Las procesionarias son orugas que descienden desde los pinos, donde han anidado en invierno, para enterrarse en el suelo y completar allí su metamorfosis. El momento en el que esto ocurre es la primavera, por lo que debemos estar atentos para que los perros no se acerquen a las procesionarias.
Cada oruga dispone de unos 500.000 pelos a lo largo de su cuerpo. Estos pelos son semejantes, morfológicamente hablando, a los dardos o a las flechas. El contacto de estos dardos con las mascotas o los humanos puede provocar reacciones cutáneas locales, problemas oculares, bronquiales y anafilaxia severa. Estas orugas se presentan en forma de procesión, de ahí su nombre. Están ligadas unas a otras, por lo que resultan llamativas para muchos perros, que las olisquean e incluso las muerden. Son extremadamente venenosas.
Para saber si tu mascota ha sufrido un ataque de una procesionaria, debes observar estos síntomas:
El animal se frota en el hocico con sus patas o restriega la cabeza. Se trata de un síntoma inmediato que se repite compulsivamente.
Al perro le cambia el color de la lengua, que puede volverse azul o incluso negra, así como de su piel y mucosas. La cianosis puede aparecer en menos de una hora.
El perro sufre convulsiones como resultado de un shock anafiláctico.
No existen remedios caseros, la única solución para parar el ataque de una procesionaria es acudir al Veterinario Guadarrama de urgencia. El animal debe ser evaluado por un profesional, quien tendrá en cuenta la raza, el peso y el cuadro clínico del perro a la hora de poner un tratamiento. No debes frotar ni siquiera la zona en la que se encuentra la oruga, porque, al hacerlo, éstas liberan toxinas que son fatales para el perro.
Para evitar encuentros con procesionarias, evita, en la medida de lo posible, visitar parques de pinos y abetos entre los meses de febrero y abril. Cualquier duda al respecto, acude a nuestra Clinica Veterinaria Guadarrama. También puedes llamarnos al 91 854 24 53.